05 mayo 2017

talavante después de morante



Últimamente algunas de mis distribas taurinas se repiten constamente sobre eso que mucho llaman 'el buen momento de Talavante'

El otro día, con motivo de su primer paso por el abono sevillano con la corrida de Garcigrande, escribí aquí:

"Talavante se acompasó. Flotó por momentos. Y es que la tauromaquia de Talavante ¿cuándo se hunde? Yo me entiendo."

Pero va, y ayer, que Talavante se hundió un pelín más, es decir, que toreó con cierta profundidad...


Zabala escribe:

Ligados los largos trazos. Fácil, vertical y ligero. Escaso poso dejaban tras de sí. 

Navarro escribe:

Talavante prologó su faena con unos doblones personalísimos y de pronto se puso a torear. Ajeno al viento e incluso ajeno por momentos al toro. Templado y resuelto cuajó tandas bien hiladas por ambas manos, aunque con sensación de liviandad. Poco quedaba detrás.


Acevedo escribe:

Talavante, que la cortó casi sin querer salvo por la estocada, que fue atracándose. El toro se movió sin clase y él, que es un gran torero, lo paseó de un lado a otro sin comprometerse y sin forzar la embestida. Es decir, sin torearla.

O incluso Lorca:

Un toreo extremadamente superficial, rematado al final con tres naturales de mejor factura.

Esta temporada es en Castellón donde se ha visto al mejor Talavante. En 'una faena decisiva' en la que señalamos en nuestra crónica cuándo llegó la ansiada profundidad que ayer nos se vio en Sevilla:

Abrió al natural. Muy de verdad. El secreto, la velocidad. Largo el toreo sobre la zurda. El giro sobre los talones, parsimonioso. El toreo en la palma. Y con la diestra estalla profundo, que es cuando el toreo se hunde y se reúne todo a la vez. Con la olla a presión y la plaza en pie, Justo Hernández, asomó por encima de las tablas e hizo el gesto: "a matar". Entonces llegó el epílogo, por bernardinas. Y apareció un cambio de mano sideral que puso el mundo del revés. 

Como nos preguntábamos el primer día de su paso por Sevilla: "La tauromaquia de Talavante ¿cuándo se hunde?"

Y es que, ayer, además, toreaba Talavante después de Morante.





Para entedernos. Donde Morante se hunde, Talavante se eleva, levita casi. Donde el toreo del primero alcaza profundidad, el del segundo queda ligero, liviano, superfial... sin torear. Incluso ayer David Mora, desde el necesario y obligado inicio por abajo, toreó con mando (muy forzado, pero por abajo hasta el final, hasta donde muñeca, brazo y juego de cintura daban de sí) la brava embestida --hasta que se rajó-- del buen tercero.

Claro, la pena es que los dos toros de la corrida de Cuvillo fueron para Tala y Mora. Una corrida con cuatro toros... Por ciero, Sevilla, su banda, su público, su palco siguen igual de caprichosos.

Arjona para Aplausos


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