05 marzo 2016

#magdalena2016/ el pacto de ponce

Sí, de nuevo toca sorprenderse ante Enrique Ponce. 27 temporadas después, 26 años de alternativa. Una barbaridad. El mismo tipín, o poco más o menos el mismo: el molde perfecto de donde debería salir el cuerpo de un torero, vaya. Y una ambición que no conoce límites. Que si llega el cambio, que si los jóvenes vienen arreando... un momento, aquí está Enrique Ponce. ¿Alguien quiere gobernar? Pues que venga a pactar conmigo. Mientras, voy yendo. Justo al contrario de lo sucedido en la Carrera de San Jerónimo. ¿Democracia? ¿Política? ¿No les gusta lo que hemos votado y son tan irresponsables que no son capaces de ordenar y hacer? Esperen que ahora les mandamos a Ponce y les hace un pacto a su medida.


Y Enrique Ponce en su primera tarde de la temporada 2016 en Europa, recogía de capa y se iba hasta los medios ligando verónicas y ganando terreno al tal Laborioso de Cuvillo, que, el pobre, dio pena nada más salir.

Porque sí; de eso no nos escapamos ni el circo de la política ni muchas veces en el taurómaco. A veces, el enemigo no concuerda con el cartel y casi siempre se desequilibra por el toro, que es en definitiva quien viene de verdad a poner los problemas o virtudes sobre la mesa, el que viene a hacer preguntas y a encontrar respuestas. Así, la corrida de Cuvillo se antojó muy pobretona. De pitones sobre todo. De trapío, también. Incluso se antojaban sucios. Poco lustre, vaya. Y muy previsible en casi todo. Justo lo contrario que el misterio de la casta.

Laborioso dio pena nada más salir. Esa carita, los pitoncitos abrochaditos. Ay. Mas luego se puso tranquear con ritmo y clase y empujó al peto en la única vara con fijeza y abajo. Todo por abajo. Y ese Ponce que parece que venga pidiendo guerra le sopló un quite por chicuelinas.

El único fallo de Enrique Ponce en toda la tarde fue sobrestimar el poder del animalico e iniciarle faena doblándose con él. De tanto humillar, dos amagos de volteretas de tan forzado. Tuvo que rectificar. El toro se afligio para después remontar. Tenía buen fondo y mejor hechura, de carnes sueltas y el cuello bien largo. Suavidad y pulso. Ponce en los terrenos de sol, más resguardado de los vientos. Profundidad almibarada en la embestida. Poco misterio. Ponce a placer. Y una estocada.

El cuarto, manso y rajado de los primeros tercios. Imposible de sujetar de acá para allá. Inicio fundamental, esta vez sí, de Enrique Ponce. Doblones rodilla en tierra. De la sombra a los medios. Ahí se le olvidó toda mansedumbre y Ponce lo empezó a ligar en noria interminable. Ponce había pactado de nuevo. Por la mano zurda, lo mejor. Naturalidad y trazo. La faena se alarga. Hay muletazos desde la pala, en noria; otros ligados y rematados atrás. Con ajuste. De compás abierto a cerrado. Los remates de todas las marcas; un paseo de auténticas pinceladas por abajo andándole al toro, y al final las rodillas al suelo. Estocada casi entera y una oreja. Ponce cabreado incluso por no haber logrado la segunda. Como un chaval. Como aquel chaval que se presentó con picadores en Castellón en 1988.

La cuvillada, la ganadería de moda para esta temporada por serias razones, en Castellón no rompió. La calidad de ese primer Laborioso no se volvió a repetir. Y ya el lote de Sebastián Castella se prestó a pocos excesos. El colorado en manso que hizo segundo no tuvo gracia y pareció como si acusara problemas de vista. Se salía suelto. giraba contrario... en definitiva, no quería. Castella trató de imprimir sutulidad, pero no había fondo donde buscar.

Más altón, zancudo y avacado fue el quinto. Rompía así con unas formas más redondeadas y de mayor finura del resto de la corrida, toda ella escasita y anovillada. Poco celo hasta que José Chacón se lució dejándose ver mucho en dos pares de los que salió muy apretado. En el segundo fue el toro el que lo empujó literalmente al callejón. Hubo monterazo y Castella aprovechó la olla hirviendo para arrancar con su clásico cambiado y después agitar levemente las telas para tirar de la embestida. Se agotó rápido el depósito. El plan b fue el arrimón, pero el toro se encogió. Pinchazo, casi entera y ovación.

José María Manzanares, de oro y azul marino tras el luto de la pasada temporada, apuntó, pero dejó dudas. Hay que señalar su buen saludo a Miraflores, que hizo tercero, con alguna verónica de velocidad reducida o una faena a más, esa misma. Algo atacado de kilos, lo acuso el toro, también sospechoso de pitones con uno abierto como la boca de una serpiente, pero de poco veneno. Manzanares primero cató a distancia y poco a poco fue ajustándose, cierta evolución al natural, un par de tandas reunidas, ciertas cositas. Y una estocada arriba y letal. Una oreja.

Por poco devuelve el trofeo en el sexto. Muy brusco y forzado Manzanares. El toro no era ningún dechado de nada, al contrario. A la vulgaridad del medio toro se sumó la vulgaridad del pegapasismo en una faena sin norte ni plan que la guiase. Pinchazo hondo y tendido.

Ponce se iba a hombros. Sabía de sobra quien viene mañana.

FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Castellón, 4 de marzo de 2016. Feria de la Magdalena. Toros de Núñez del Cuvillo, de baja presentación y pobres de cara, sospechosos; nobles y faltos de casta. Enrique Ponce (oreja y oreja tras aviso); Sebastián Castella (silencio y ovación) y José María Manzanares (oreja y silencio). Casi lleno en los tendidos (unas 11.000 personas).

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