21 septiembre 2015

#bousalgemesí/ un novillo de jovaní pone a marcos como favorito a ganar la naranja de plata


Qué acierto cuando la Comissió de Algemesí decidió enriquecer su Setmana dando mayor cabida e importancia a los novilleros sin caballos. Porque aquí no sólo se trata de ahorrar en época de vacas flacas. Si las cosas se hacen bien, salen bien. Y una feria con lo mejor de los novilleros en seis novilladas picadas, un par de sin caballos y una de rejones no lo hacen en casi ninguna capital de provincia, pero sí en Algemesí. Otra cosa ya es que los medios apesebrados del taurinismo oficial no valoren lo que de verdad es auténtico y carece de postureo. E ignorar a un pueblo que hace tanto por la Tauromaquia es un insulto, y se hace.

Crear la Naranja de Plata para premiar al novillero sin caballos más destacado del ciclo es una acierto. Lunes 'i bon dia', y la plaza se situó por encima de los tres cuartos, la eralada del castellonense Pedro Jovaní fue a más en todos los aspectos y al final propició el mejor momento de lo que llevamos de ciclo: el encuentro entre el muy enclasado y casi novillo llamado 'Ladronzuelo' y el becerrista Marcos, que desde la Escuela Taurina de Cuenca trae buena reata, y confirmó lo que se cuenta de él de bueno.

Pero para llegar ahí, al turno cuarto, la novillada de Jovaní tuvo que matizarse. Variada de hechuras, no sobrada de fuerzas, lo que sí tuvo fue cierto fondo. Abrió plaza un novillo altón, con buen cuello y más bondad. Se le trató con excesiva rapidez siempre. A trayazos. Ningún relajo. Más preocupación en Jorge Rico en tratar de componer que en conducir la embestida. Blandeó en los primeros tercios, pidió una concreta altura y suavidad. Le sobró brusquedad a Jorge Rico en una faena larga que no levantó el vuelo y, lo peor, que se enternizó y mas todavía con la espada.

Poca clase tuvo el segundo. De salida a punto estuvo de arrollar a Marcos, que sin excesiva composición, logró cogerle el aire a la embestida ya en los finales de faena. Sobre ambas manos dejó un par de series muy encima del novillo, aguantando parones y tirando de una embestida a la que le borró esa ligera protesta que tanto incomodaba al principio. Le faltaron finales al animal, pero ahí es donde Marcos (hijo de Maximino Pérez y nieto de Domingo Hernández Garcigrande), tragando con lo pitones en el muslo, logró conexión. Se le concedió una oreja tras estocada trasera y descabello.

La segunda parte de la eralada tuvo muchísimo mejor fondo y entrega. Jorge Rico, tras varias dudas y desaciertos, cuando se dispuso a atacar logró encender los tendidos de forma sorprendente en el tercero. Un novillo vareado, pero de mirada seria y frente rizada.

Como para que luego digan que el público de Algemesí está ocupado en otros menesteres, y más después de esa merienda en la que el cuadrilátero es invadido por los más pequeños. Muy pegado a tablas, cuando Jorge Rico corrió la mano, la bajó, imprimió más mando que estética y ligó en una eléctrica tanda tres y el de pecho, el público estalló, apareció el olé y el runrún de toreo bueno. Con lo fácil que parece. Hubo otra serie por el izquierdo, por donde fue más profundo el tal 'Pitillo', que tuvo eco en los cadafals, por la disposición y actitud del alicantino. Antes la virtudes del eral de Jovaní no se habían aprovechado conforme. Se acumulaban muletazos, faltaba convicción y apostar por la calidad de la embestida en toda su dimensión y buscar la continuidad de una faena que fue picoteando de una mano a otra y que no se compactó hasta el final. Bastó eso para poner al público a favor de obra. Luego, otra vez la espada mandó todo al garete.

Y salió el cuarto. Cuajo de novillo lució el tal 'Ladronzuelo'. De la línea Guateles. Sacó enrazada calidad. Le faltó un pellizco de fortaleza si se quiere, pero que para nada torpedeó una faena en la que Marcos pudo sacar a relucir la dimensión de su toreo de trazo largo. Antes ya hubo que destacar el recibo por verónicas, alguna por la mano zurda y una media buenas de verdad, que ya pusieron al personal en alerta. Hubo convicción, temple y muletas rastreras. El novillo mostró mucha clase y duración. En el viaje y a lo largo faena, sin venirse a menos. Marcos respondió y por momentos fue maciza su obra, por bien trabada y, sobre todo, haciéndolo todo muy para el toro. El epílogo ya más encima tampoco le pesó. La estocada fea hizo guardia, un par de descabellos y una oreja que le abría la puerta grande. Hasta el momento,  lo más destacado de la Setmana de Bous.

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