25 mayo 2015

#sanisidro15/ lópez simón, una puerta grande como la metáfora del cambio


Como si el cartel que presentaba hoy la feria de San Isidro fuera un guiño a lo que iban a deparar las elecciones municipales y autonómicas. Una metáfora apropiada para el cambio. El taurineo encerrado en su particular bipartidismo, ignorando el futuro y posibles terceras vías, se resquebrajó por las costuras. Por donde se cuela la sangre nueva, también la sangre derramada, y esa sinceridad con el único objetivo de abrirse paso y entregar lo mejor de sí por el bien del toreo. Sin dudas ni corruptelas. El escrutinio de López Simón debería dejar a más de uno temblando y a otro buen puñado en el banquillo. Si esto fuera el circo político en día de elecciones, el resultado sería ese. Pero como esto es el toreo, los taurinos y los grandes feriantes, como que no acaban de enterarse. Pero la domingada no era tal. Era la métafora del cambio.



Decía la manida frase de Ortega y Gasset que para conocer España y su historia había que saber del toreo y sus avatares también. Pues que se apliquen el cuento. López Simón en veintipocos días a abierto la Puerta Grande de Madrid por dos veces. La primera, el pasado 2 de mayo, se la dejó abierta y se fue por la de la enfermería; La segunda, no la dejó escapar. Cuajó a su primero. Desde el mismo inicio. Con esas dos puntas que lucía, bien finas y levantadas. El castaño era primo lejano del uro. Por ayudados por alto, y los vuelos de remate por abajo. Las tres primeras tienen emoción, ligazón y una firmeza que atrapa. Con su punto de manso que se abre de más. Alberto López Simón lo sujeta y lo liga por abajo. Y empuja más. Quiere ganar. Como dicen con descaro (y razón) los políticos de ahora que quieren cambiar las tantísimas cosas que están podridas.

Descaro y razón en López Simón también. Se queda en el sitio, ataca y se juega el todo. Llega el momento de peligró por pisar terrenos de compromiso. Más todavía. La estocada y la oreja de mérito y sin voz que la discuta. Pero esto siempre necesita de más. Y el sexto es imposible. Pero le madrileño le traga. Pura actitud y ningún complejo. Le roba muletazos. Se deja llegar los pitones al pecho y encima se lo ofrece, totalmente enfrontilado. Se cruza y vuelve a robar enseñando solo media muleta. Allí nadie admite la mínima duda. Ahí hay verdad. La realidad cruda son las tarascadas. Pero López Simón pone su muleta honrada para gobernar aquella situación en la que cualquiera habría sido desahuciado. Pero ahí está el buen torero (y también el buen político), encontrando soluciones donde hay que dejarse la piel, sin volver la cara. La manoletinas y una estocada tras pinchazo. Todo corazón. El triunfo es tuyo. Al bipartidismo del toreo también le crecen los enanos.

David Galván y Victor Barrio también demostraron distinción en las formas y arrestos para alcanzar los que se proponen. La corrida de Las Ramblas tuvo una primera parte con más fondo y clase y una segunda parte más agarrada y arisca. Pero al toreo, cuando están dispuestos a provocar el cambio, se entregan sí o sí.

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