22 agosto 2013

#astenagusia13/ fortes se lleva un cornadón y ponce desata su valor y torería

Dormía la embestida dormida del tercero un asentado y encajado Jiménez Fortes, un valor con sitio y temple. Sin atosigamientos, la vez que casi que mejor lo ha visto uno, y ofreciendo todo su arsenal de bragueta al servicio del toreo. Orden, concierto, reunión. Pero la última tanda en plan poste ya sobró: al hilo y sin profundidad. El cambiado sorpresa por la espalda, y cuando se iba, debía de irse a por la espada ya, el Alcurrucén dormido que había flojeado en los primeros tercios le siguió y le metió un cornadón que lo tuvo colgado del cuerno hasta casi la cepa en interminables segundos. Cornadón, de cornada. De pronóstico reservado. He ahí el milagro. 


 Pues ahí fue cuando la corrida se revolvió y cobró importancia. Hasta entonces habían sucedido cosas. Tantas como que había salido ya un toro de triunfo. Pero lo que vino luego llevó otro poso, otra impronta y emotividad. Aunque la plaza no acabó de cambiar el chip. La cornada debió fundir algún plomo. Pero lo cierto es que Perera y, sobre todo, Enrique Ponce --en pie, su paso Bilbao así lo obliga-- dieron el paso al frente, cada uno según sus posibilidades.

Ponce mató al que hirió a Fortes y Perera se pegó un arrimón de asustar al personal, ya consternado por lo de antes, con un colorado que fue el de menos voluntad y peores formas. Arrimón serio desde el quite de gran firmeza, pero nobleza grande en el animal que permitió que le llegasen al hocico las lentejuelas. Resulta muy difícil comprender una protesta cuando tío está ahí metido y más cuando al de antes le metido el pitón hasta la cepa yéndose. Perera estuvo seguro con la espada y a ese lo asó rápido.

Pero de repente fue Ponce y siguió según venía, en plan profesor, borrador en mano, dispuesto a dar una lección, otra más. Su faena del lunes fue una cima. Así se lo contaron las crónicas. Y la hecha al quinto de Alcurrucén no quedará otra que elevarla a los altares también.


Ponce hacía su paseíllo 57 en Bilbao y una medida de la tarde de toros que dio es que no se le escapó ni medio muletazo. A su primero lo paró, templó y mandó desde la primera serie. Es decir, ordenó la embestida del toro, no hubo ni asomó del toreo en carrusel. Desde la primera tanda, el toreo surgió íntegro y con el mando impreso en el cite. A la segunda, enroscado a la cintura, ligado, recargada la suerta y así. Ponce, su figura vertical, arriñoada y natural, tras la embestida, una embestida a media altura sin exceso de transmisión que rompía adelante por el derecho y el temple de Ponce. Se venció por el izquierdo de primeras y luego salió muy suelto. Y el epílogo fue hacia adentro, aprovechando todos los viajes del toro. La estocada no fue suficiente y descabelló. La ovación merecida.

Por cogida de Fortes, el siguiente turno del valenciano de Chiva quedó para el quinto. Toro en baja definición en los primeros tercios. Como fueron los alcurrucenes de salida en mayor o menor grado. Este quinto (anunciado cuarto) zancudo, enseñando las palas, chorreado, con cuajo, remate y ni un gramo de sobra. Fue la norma de una corrida de toros muy para Bilbao en sí en cuanto a presentación. Irreprochable por ahí. Y el comportamiento ni bueno ni malo, pero agradecida cuando las cosas se las hicieron conforme. Y ahí Ponce estuvo pluscuamperfecto.

Para enmarcar la faena a ese 'Chispero'. Por el toreo desparramado y por la actitud. Sin definir, Ponce se agarró a dos capotazos tras el tercio de varas uno por cada pitón. Largo y templado por el izquierdo, tropezado y por arriba a derechas. Se agarró Ponce, brindó a Bilbao, a su Bilbao y enseñó levemente las garras y los colmillos, soltó un poco las riendas que sujetan su valor y creó.

Rebrincado el inicio, embestida sin forma, tropezada. La muleta a la diestra, dispuesta a llenarse de toro. En el viaje aun desordenado, una muestra del valor, de que era un Ponce diferente ante el que estábamos es que ya esa primera serie la resuelve con una cambio por la espalda para quedarse colocado para el natural, sin más, y ligar el de pecho. Era pronto, pero Ponce así dejaba entrever sus intenciones. Algo más interno que de cara a la galería.

La colocación y sobre todo la postura siempre dispuesta a embarcar, a conducir la embestida hacia atrás, fue otro secreto. Aunque no descolgara, aunque de repente se quedara en la barriga. La pierta adelante y el temple por respuesta. Ponce se arrebataba por momentos y utiliza los vuelos al natural y la colocación exacta. Y la faena va creciendo. Para entonces la música ya sonaba.

Ponce acortaba distancias: motivo para el toreo. El toro informal ya estaba ordenado, entregado. Ponce por la delgada línea. Totalmente enfrontilado. Había ganado los dos pitones y se entregaba. De frente, muleta a la diestra. Otra vuelta de tuerca. De uno en uno, enronscado a la cintura y un cambio de mano para el de pecho apretado, de auténtica locura y belleza. Arrimón también a izquierdas, la pierna adelantada y el natural inventado, cadencioso hasta atrás y el toreo a dos manos torero y con pleno sentido. La faena, poder, temple y belleza, seguía así un argumento bien armado. Aunque habría sido capaz de seguir toreando. Los doblones, el toreo por abajo y la estocada, ligeramente atravesada e insuficiente. Maldita sea. Era otra una cumbre. Era otra puerta grande.

Miguel Ángel Perera tomó la delantera con el segundo, pero la tarde todavía no se había revuelto en sus mismas entrañas. Faena rácana para el toro de mejor condición de la tarde. 'Afanado' su nombre, que además también fue el más bello e imponente. Estrecho para el torero, astifino y finio de mazorca y de vientre. Mulato chorreado. Y el de mayor franqueza por ambas manos.

Pero a Perera se le espesó demasiado la embestida que se cantó rápido. Del inicio por abajo a la primera en la que el viaje ya se embarcó en las malditas líneas rectas, cantando esa nobleza y ese tranco suficiente. Que se rebrincase y se metiera por dentro era síntoma de casta. Cuestión de mando y temple, tirones no gracias. Por el izquierdo llevó el toro la iniciativa sorprendiendo por dos veces y tres naturales en una tanda tropezada y sin mando se antojan poco para toda la faena, más cuando esos naturales fueron con la embestida metida en los vuelos.

Lo más limpio llegó en una última serie en redondo, esta sí con el Perera luciendo un muletazo de tremenda envergadura, pero que acabó resolviéndose con un arrimón atragantado con sus circulares y demás. La estocada, por ejecución, fue lo mejor, aunque quedó algo trasera. Hubo petición y ovación.

El sexto, que mató por Fortes, tenía la virtud de humillar ya de salida, pero jugó con el contratiempo de una lidia pésima. Faena larga de Perera, muy al hilo y sin transmisión. El acople llegó pasados muchos muletazos y ya de arrimón.

La impresión por el cornadón de Fortes, ya aliviada con las primeras noticias, y la lección de Ponce borrador en mano, destado de valor y torería mandaron en medio de una corrida de Alcurrucén de irreprochable presencia con la casta suficiente que exige y permite el toreo.  


PS: Pobre la media entrada que lució Vistalegre. Para pensar eso de dejarse de una dia para otro 3.000 personas por el camino.

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