23 septiembre 2012

bous a algemesí/ miuras bonancibles, psicosis mental

Algemesí, 22 de septiembre de 2012. Primera de la Setmana de Bous. Novillos de Miura bien presentados, pero flojos y nobles, destacarón segundo y cuarto. Alberto Durán (pitos y silencio) y Jesús Duque (oreja y ovación). Lleno. [VÍDEO]

La mejor noticia es que, un año más, arrancó las Setmana de Bous d'Algemesí. El esfuerzo es de admirar con la que está cayendo. La peñas cadafaleras y la Comisión Taurina han tirado adelante con los bolsillos pelaos y un año más el pueblo --igual que levanta la muixeranga-- ha levantado su cuadrilatero de madera en la plaça Major y tendrá su semana de novilladas como siempre ha sido, y vivirá su fiesta intensamente hasta el próximo domingo 30 de septiembre. Duele ver tres cadafales sin penya que los llenase, pero así está la cosa: a todos toca recortar por alguna parte. Pero alegra ver el resto de la plaza llena a rebosar, con ganas de fiesta, aunque luego de toros y cultura taurina vayan más que justos.

Eso se ha notado en que la masa no se ha enterado de la faena de más importancia de la tarde, la de Alberto Durán al tercero. La faena, eso sí, la han saboreado los muchos aficionados que están entre el jaleo.

La primera de la Setmana anunciaba novillos de Miura, que al final han parecido más de lo mismo. Han acusado juventud. El toro de Miura acusa la edad, la madurez, y los novillos que han saltado a la plaza de Algemesí han destacado por su vulgaridad, la nobleza y cierta debilidad de patas. Altos y grandones, no han justificados esa psicosis sorda que se masca ante los de Zahariche por su comportamiento. Hoy la psicosis fue más mental ya que nadie acabó por entregarse de verdad.

Jesús Duque ha cortado una oreja del segundo de la tarde. La verdad es que el valenciano de Requena se llevó el lote. Sus miuras tuvieron ese tranco de más y la misma nobleza de todo el encierro, ya que ninguno desparramó ni dio una mala cabezada cuando tomaban las telas.

Duque jugaba, digamos, que en casa. En Algemesí debutó con caballos y sabía qué teclas tocar. En cambio, a Durán la tarde se le hizo incluso desagradable. En el primero no sé acopló y en el tercero, cuando dio lo mejor de sí, no le echaron las cuentas que realmente mereció.

Duque, bien con la diestra, más peleado a izquierdas, tiró de repertorio y de guiños a la galería en una labor aseada en la que destacó en los remates. Le funcionó el acero y para él fue la única oreja de la tarde. Le habría cortado una al cuarto, que cerraba el festejo, de haber estado certero con la espada. Si el segundo se había dejado, el último tuvo más importancia en su embestida, un pellizco más de casta. También otras hechuras: largo y apretado de carnes, hocico en modo ataque. Y un pitón izquierdo que se iba tras la muleta por abajo, con largura. Por el derecho igual, pero sin tanta hondura. Así, lo mejor fue al natural. La estocada, defectuosa, necesitó del descabello.

Alberto Durán con el primero tuvo brisas de viento a la contra, una plaza que se te viene encima la primera vez y, sobre todo, uno de Miura muy flojo, de embestida tambaleante. Sin brillo ni acople, lo peor fue el repetido fallo a espadas. En cambio, con el tercero se agarró la arena, pisó terrenos de cercanías y corrió la muleta con preciso temple y alargó la embestida sobre ambas manos. Sin duda, Durán consiguió lo más complicado de la tarde, trascender con su toreo fundamental a partir de la desesperante sosería de uno de miura. Le sobró el pinchazo previó a la estocada para tocar pelo. Eso, y que el público de Algemesí se hubiese enterado un poco más de la película, pero esa ya es labor es de otros.

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