24 septiembre 2012

bous a algemesí/ francisco damas por la puerta grande porque no quiso salir por la enfermería

Algemesí, 23 de septiembre de 2012. Segunda de la Setmana de Bous. Novillos de Javier Molina de excelente presentación, ásperos y con genio. Solo el cuarto sacó cierto temple. Cayetano García (herido durante la faena a su primero, fue operado en la enfermería de un puntazo) y Francisco Damas, que debutaba con picadores (una oreja, palmas tras dos avisos y una oreja, salió a hombros. Lleno. [VÍDEO]

Las redes te conectan aquí y allá, en todas partes, y las sensaciones por lo que ven tus ojos o por lo que lees en Twitter te pegan varios viajes en décimas de segundo. En Algemesí abría cartel el valenciano Cayetano García, novillero veterano, pero no por ello con excesiva experiencia, que sin poderes pasó como pudo al primero de Javier Molina, que ni rompía, pero tampoco lo llevaban. La voltereta se intuía, y llegó cuando con la muleta en la zurda intenba, al hilo, rematar un esbozo de serie. Voltereta seca, el giro sobre el pitón y el puntazo. Francisco Damas le daba matarile al primero. Y desde Sevilla nos tuiteaban una espeluznante voltereta a Luis Blázquez.

Qué cosas, todo cambiaría en décimas de segundo, y pasadas las seis de la tarde José María Manzanares --porta gayola y volteretas incluídas--, vía Twitter, nos enterábamos de que paseaba dos orejas y ponía rumbo a la Puerta del Príncipe en el patio de su casa, La Maestranza, y que lo del mediano de los Blázquez no era tanto. Algemesí, su plaza, es de madera y la construyen los hombres del pueblo cada año. Tal vez por eso, a lo mejor, tanto le costó a Francisco Damas salir por su puerta grande hacia la calle Muntanya.

Damas es de Puçol y se prentaba con picadores. Seguro que no se olvida de la fecha, porque es de esas tardes que uno debe tener presente toda la carrera: porque se enteró en un plis plas de todo lo duro que es esto o puede llegar a ser y que aquí regalos, pocos, y que hay mucho por avanzar.

La novillada de Javier Molina fue una tía. Sería, hechurada, con músculo y trapío, remate, cuajo, hondura y culata. Y por delante, seriecita como para montar una corrida de toros en cualquier plaza de segunda, televisión incluida, o en una matinal al sudeste de Francia. Tal cual. Y encastada y con genio y con dos novilleros enfrente verdes como una lechuga y unas cuadrillas que no hicieron una derechas. Solo el hondo cuarto tuvo templanza desde el inicio, y bendito sea, porque entonces tocaba.

Los de Javier Molina marcaron la tarde. Si el toreo es poder, pues no hubo. A merced unos y otros. Con Cayetano en el hule, Francisco Damas se desvirgaba en el escalafón de con picadores con toda una papeleta. Tras matar al primero, le quedaban tres.

Con voluntad y ternura solventó su primera faena sobre la diestra. El novillo, distraído, con poco celo, la tomaba a golpes. Damas le dio fiesta por el derecho, buscó toro en todos los terrenos y con el acero solventó de primeras. Recibiía la primera oreja.

En tiempo de merieda Algemesí, a lo suyo. Cheerleaders incluidas que se marcaron un baile y todo. Luego, el drama. El quinto se hizo el amo del cuadrilátero. Derribó al piquero, arreó a capotes y a quien se le pusiera por delante y apretó a banderilleros. Damas se dobló para reducir a aquello de alguna manera. Novillo complicado, mirón, midiendo. Damas puso la muleta por delante, pero muy al hilo. Una pelea. Un atragantón que llegaba demasiado pronto, el día del debut con caballos.

Por el izquierdo lo descompuso en dos arreones y por el derecho en cuanto lo tuvo a tiro lo cazó con saña. Por la corva lo lanzó arriba, se lo pasó de pitón a pitón, lo dejó caer, lo volvió a levantar. Tremenda la paliza, medio grogui Damas, largos minutos. Allí no había quien pudiese con el toro. Damas se desvaneció entrebarreras y salió hecho un cristo para completar la hazaña. Lo fácil, irse a la enfermería porque razones le sobraba. Pero sacó raza y vergüenza torera para tirar adelante con todo aquello. Mató como pudo tras varias entradas con la espada y varios golpes de descabello y trató de buscar aire, recuperar el color de cara. Esto es el toreo y luego a lo mejor, algún día, salimos por la Puerta del Príncipe.

Y las cosas de Algemesí. Francisco Damas se había jugado la vida desde su ternura e ilusión por esta quimera de ser torero y las peñas cadafaleras se dedicaban a hacer la ola, y eso tampoco es. No ya por afición, sino por respeto y educación por mucho que se esté de fiesta. Los mejores, los más pequeños, los del cadafal 'Tinc son', que arrancaron con los gritos de torero, torero en honor a Damas.

Y salió el cuarto, colorado y un tío. Damas, que tenía para estar un mes en cama, lo recibió como pudo y menos mal que sacó templanza y humillación. El único con estas virtudes de un encierro complicado, y más todavía por la pésima lidia que se le dio. A dos varas o más de media salió la novillada. Ese cuarto se llevó tres, por ejemplo, y apretando bien.

El noble son del toro fue el único regalo para Damas en toda la tarde. Cuando mejor venía, cuando más complicaciones ya  habría sido imposible superar, cuando los capotes y muletas costaba más sostenerlas y el vestido estaba reparado por mil partes y el cuerpo descompuesto, pudo poner la diestra para llevar una embestida sin brusquedades en una faena larga para asegurar el premio pretendido. Cortó una oreja y, sí, se fue por la puerta grande tras sufrir una tarde que no olvidará. Pues esto, hay tenerlo claro, solo es el principio.