14 mayo 2012

novillada con necesidad de traductor simultáneo

Cayetano García con el cuarto novillo de Nazario Ibáñez | Foto :: Rullot
Plaza de toros de València, 13 de mayo de 2012. Mini-feria de la Virgen. Novillos de Nazario Ibáñez, bien presentados y de comportamiento variado entre los que destacó el buen cuarto. Cayetano García (ovación tras aviso en los dos); Emilio Huertas (ovación y ovación tras aviso) y Juan Ortega (ovación tras aviso y silencio tras dos avisos). Sobre un cuarto de entrada (cerca de los 3.000 espectadores).

El viento molesto acabaría helándonos. Y la novillada y su terna de novilleros, el conjunto global, lo mismo. No es fácil meterle mano a la tarde, como tampoco poner poner a caer de un burro a los novilleros a los que se les escaparon dos o tres novillos que ofrecieron posibilidades de triunfo. No, no es fácil y con lo desapacible que fue todo como que apetece menos todavía. Tarde rara. Y encima con el helicoptero de la policia vigilándonos a nosotros y a los del 15-M, más.Tal vez por eso se repartieron cinco generosas ovaciones pese a los seis avisos que cayeron y el poco toreo que se vio.

De anteayer, de la de Victorino, un tipo con aires afroamericanos repitió en las filas bajas del tendido 3 para ver la novillada. Misma localidad y todo y mira que en días así uno tiene donde elegir. Diría que es cubano, pero a saber. Ni cruzamos palabra y eso que lo tuve al lado el sábado. Me recordaba sobre todo al Kareem Abdul-Jabbar de finales de los 70, pero de tez algo más oscura.

Arropado en la de Victorino, lo pasó bien y no se aburrió: aprendió a beber de la bota, merendó y al menos se enteró de que este espectáculo se sustenta en la emoción. Aplaudió salidas pujantes o estocadas de esas que se intuyen complicadas y requieren de habilidad. Ahora, lo que captó de la novillada ya se me escapa. Me parece que la novillada necesitaba de traductor simultáneo para encajar las piezas de un puzzle que no terminaron nunca de acomplarse.

Traductor simultáneo para que le descifrasen los recovecos de la lidia de los seis de Nazario, seis historias completamente diferentes, en manos de novilleros inexpertos, sin recursos, con sólo una solución aprendida para todo y más voluntad que torería innata o asimilada. Explicarle porque los dos novillos mansos y corretones sacaron al ruedo a la práctica totalidad de las cuadrillas al ruedo y convirtieron la lidia en un descalzaperro --a ver cómo traduce eso un simultáneo, por cierto--. En una ocasión contamos hasta  9 toreros de a pie, más dos picadores y un novillo en el ruedo. Y eso o se explica por traducción simultánea o el doble del mítico Kareem Abdul-Jabbar no lo entiende y se le pasan cosas feas por la cabeza.

En dos horas y media de festejo ni hubo emoción, ni toreo y, en definitiva, pocas ocasiones para aplaudir algo que mereciese la pena. Diría que dos, el vistoso tercio de banderillas protagonizado por José Otero y el arrastre del cuarto novillo, de nombre 'Zahorro', porque fue de lío gordo.

La núñez de Nazario Ibáñez venían con el eco de haber echado una buena novillada en Las Ventas y en València quedaron en entredicho por un encierro demasiado variado. El guapo colorado primero se lastimó al primer tropiezo y se le mermaron las facultades para dejarlo en una bondad infinita y repetidora embestida que se toraba sola.

Encastado fue el segundo, con carilla de toro. De esos núñez que cuando meten la cara abajo es como si pusieran una marcha más. El guapo burraco tercero fue manso de solemnidad. Le molestó todo y eso que parecía que se hasta se había puesto de acuerdo con su matador, Juan Ortega, en la indumentaria: el hueso y azabache de uno y con el pelo burraco del otro hacían juego.

El cuarto fue encastado, con cosas de bravo y una embestida como formarle un auténtico lío. El quinto manseó, y duró poco. Luego se puso más a la defensiva. Y el sexto tuvo poco celo.

Entonces de seis, tres (y medio). Y dos en el lote de Cayetano García. Novillero veterano pero que sigue demostrando las mismas carencias. Más forma, o más intención por componer la forma, que fondo o profundidad, eso que distingue al toreo de lo demás. La impresión es que sus novillos se torearon solos o incluso que torearon ellos. A favor de Cayetano, la quietud y la colocación. Debería presentar mejor los trastos, con más convicción. Falta fibra. Si mata al cuarto le corta una oreja.

A Emilio Huertas lo conocemos de Algemesí, donde su arrojo da resultados. Pero es eso: arrojo y voluntad. Exquisiteces no hay. Al encastado segundo le hizo fiesta en los medios, siempre. De cualquier manera, pero allí lo lidió y allí lo mató. Tiene mérito. Liga, baja la mano pero en formas toscas. Al manso quinto le robó una serie y se peleó después en las cercanías hasta cobrar una voltereta sin heridas que lamentar.

Juan Ortega quedó prácticamente inédito. El manso burraco que hizo tercero no estuvo por la labor. Y con el sexto no pudo más que mostrar buen concepto y ganas ante un novillo sin celo, muy distraido y que acabó encerrado en tablas. En el manejó de los aceros suspendió.

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