06 abril 2010

entrevista a pepe luis vázquez en abc, por andrés amorós



Entrevista a Pepe Luis Vázquez, por Andrés Amorós, en el periódico ABC el 4 de abril.
-Maestro, ¿sigue la actualidad taurina?
-Ahora menos: por la vista, no por falta de interés. Mis hijos me tienen al tanto. Ahora me interesan sobre todo los recuerdos.

-La crítica le ha considerado un artista pero usted siempre ha defendido la necesidad de la técnica.
-La técnica es lo principal.Por mucho arte que tengas, sin técnica estás perdido.

-El inolvidable Marcial Lalanda sentía mucha debilidad por usted: siempre me hablaba de su facilidad para ver al toro. Me contó que un día, cuando lo llevaba, le dio una indicación, usted no le hizo caso... y tenía razón Pepe Luis. (Se ríe el maestro). ¿Cómo se adquiere eso?
-Marcial entendía el toro más bien que la mar... Hay una parte que nace con uno, y otra que se va adquiriendo. Se aprende a fuerza de ver toros. Yo me fijaba mucho en el toro, en el campo y en las plazas. El toro es siempre un gran misterio: crees que sabes de esto y sale uno que lo echa todo abajo. Nunca acabas de aprender.

-El arte no consiste sólo en ponerse bonito.
-Algunos toreros tienen una estética especial. Yo nunca he sido de ponerme bonito. El verdadero arte consiste en la naturalidad...

-Para torear bien hace falta el temple, algo muy difícil.
-El temple, el temple: es fundamental. Es casi un milagro, conseguir que el toro se vaya acomodando al temple del torero. Sobre todo, con el toro de antes, que salía con muchos pies. Ese temple es lo que más llega al público. Para eso, ha de estar tranquilo uno, para poder tranquilizar al toro.

-Además de crear belleza, el torero ha de transmitir emoción.
-Sin duda. Para torear bien, el torero se ha de poner en un terreno donde el toro le puede coger: de ahí surge la emoción. Cada toro tiene su sitio, su distancia... No se trata de que el toro te coja pero sí de que el público sienta que te puede coger. Pero un toro malo, difícil, nunca te debe coger: tienes que ganarle la partida. Con toros difíciles, yo habré estado más o menos lucido pero nunca he estado aperreado. Es lo que vi hacer a Marcial, a Domingo Ortega, a Pepe Bienvenida: sabían resolver la papeleta.

-¿Se puede enseñar a torear?
-Se puede aprender, hasta cierto punto: el toro es el mejor maestro que uno tiene.

-¿Qué siente usted al repasar su trayectoria en los ruedos?
-Tengo muchos recuerdos y les sigo dando vueltas, en la cabeza. Son recuerdos bonitos, alegres. Es una de las ventajas que tiene la Tauromaquia: con el tiempo, te olvidas de los momentos duros y te quedas con los ratos buenos.

-Por ejemplo, grandes faenas, como la de Valladolid.
-¡Hombre! Lo he contado muchas veces: con el capote no había podido torear, pero, con la muleta, ¡amigo!... Me acoplé bastante bien con el toro de Villagodio, le pegaría treinta pases, en el centro del ruedo... Yo he toreado siempre con la espada de verdad. Allí mismo, conseguí una media lagartijera y el toro salió de los vuelos de la muleta dando vueltas... Un banderillero que iba conmigo, Enrique Arroyo, recogió la espada y me dijo: «Así se matan los toros». Pero yo no sabía bien lo que había hecho: volví a la barrera como si estuviera borracho. Había un murmullo... Pensé: «¿Dónde estoy yo?»

-¿Había antes más profesionalidad que ahora?
-Quizá. El toro te obligaba a eso porque presentaba más dificultades.

-Los toros difíciles, ¿suponían una criba?
-Sí. En las Ferias importantes, las figuras elegían alguna corrida que podía permitirle cortar las orejas pero también alguna que podía salir más difícil, precisamente para demostrar su maestría.

-¿Había antes más aficionados que ahora?
-Ahora van mucho en las Ferias, para que los vean. Y van el doble de mujeres que cuando yo toreaba... Siempre ha habido una minoría de aficionados y una masa de público. Quizá antes se imponía más el criterio de esa minoría, pesaba más su opinión. Y la masa se queda siempre con lo bonito, con lo superficial.

-¿Qué hace falta para que se emocionen todos?
-Que el toro se mueva y que el torero se ponga en el sitio.

-¿Cómo ve la época actual?
-Siempre ha pasado lo mismo: la Fiesta se viene para arriba, se viene para abajo. ¿La época actual? Yo la veo «corrientona»...

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